Las Estaciones del Via Crucis con La Cofradía del Santo Sepulcro
«Vía Crucis» del latín «Camino de la Cruz». Se trata de un acto de piedad, un camino de oración que busca con la meditación de la pasión y muerte de Jesucristo en su camino al Calvario. El camino se representa con una serie de catorce imágenes de la Pasión, denominadas estaciones, correspondientes a incidentes particulares que, según la tradición cristiana, Jesús sufrió por la salvación de la humanidad basados en los relatos evangélicos y la tradición. También se llama Viacrucis al recorrido de cruces que señalan un camino o una ruta donde se puede realizar este ejercicio piadoso.
1ª ESTACIÓN: JESÚS SENTENCIADO A MUERTE
Iniciamos las estaciones del Via Crucis. Cuando el alma llega a no prestar atención a los halagos, todavía presta menos atención a las críticas. La crítica fortalece al alma, la cual va adquiriendo un amor particular y tierno cada vez mayor hacia sus perseguidores. Sta. Teresa de Ávila
Señor, mi alma está ante ti. Tú me conoces profundamente, lo sabes todo sobre mí, tú lees en lo más profundo de mi intimidad. Tú recoges cada lágrima y respondes a mis sonrisas. En mi vida no hay ningún espacio o tiempo que Tú no visites con tu amor y con tu amistad. Te doy gracias por todo esto, Dios mío. Mi camino en esta vida está ya marcado, es verdad: quiero estar contigo en cada paso, en la alegría y en el cansancio, en la paz y en la incomprensión, en la compañía y en la soledad. Tu presencia, oh Jesús, fortalece mi alma, incluso en la debilidad.
2ª ESTACIÓN: JESÚS CARGADO CON LA CRUZ
Jesús prodiga sus cruces como el signo más seguro de su ternura, porque desea hacerte semejante a Él. ¿Por qué tener miedo a no ser capaz de llevar la cruz sin desfallecer? Sta. Teresa de Lisieux
Señor, muchas veces en mi vida he experimentado tu ternura. Sobre todo en los momentos de dolor, cuando no he encontrado palabra que pronunciar, cuando me resultaba imposible orar, cuando sólo se hacía presente la noche… Tú estabas a mi lado, en silencio tal vez, con un toque apenas perceptible. Muchas veces te he visto así, oh Jesús, y he podido mirarte a los ojos. Cuando después volvía la luz, cuando se habían secado las lágrimas, me sentía un poco más igual a ti, un poco más hijo y hermano tuyo.
3ª ESTACIÓN: JESÚS CAE, POR PRIMERA VEZ, BAJO EL PESO DE LA CRUZ
La “scientia crucis” no se puede adquirir sino tras haber llegado a sentir radicalmente la cruz. La totalidad de los errores humanos puede ser eliminada por la expiación de la cruz. Sta. Edith Stein
Señor, sé que no te conozco como debería ni como quisiera. Sé que me queda mucho camino por andar yendo detrás de ti, siguiendo tus pisadas a la sombra de la cruz.
De lo único que puedo presumir es de mis debilidades y de mis errores. Humanamente hablando, oh Jesús, soy exactamente poca cosa, pero teniéndote a ti en el corazón y en la vida, me siento rico y feliz. No quiero esconderme ante ti; abro mis manos, abro mi corazón para que tú puedas entrar en mi pobreza con la verdadera riqueza, que es tu Cruz. Sí, Salvador mío: este es el signo del Amor.
4ª ESTACIÓN: ENCUENTRO CON LA VIRGEN
El Evangelio no pone palabra alguna en boca de tu Madre que está al pie de la cruz. Tampoco tú, Jesús mío, pronuncias ni una sola palabra. Tu silencio es la palabra más elocuente. Bto. Tito Brandsma
Señor, yo también quiero permanecer en silencio en este momento, para captar el intercambio de amor infinito que os une a ti y a tu Madre. Levanto los ojos, oh Jesús, y te veo, sigo mirando tu rostro, tus ojos de Hijo, que reflejan la figura de tu Madre. Tú no hablas, pero ofreces Presencia: te entregas a ti mismo y entregas a tu Madre.
Yo la recibo como mi Señora, como mi Madre dulcísima.
5ª ESTACIÓN: EL CIRINEO AYUDA AL SEÑOR A LLEVAR LA CRUZ
Cada uno tiene la cruz que ha de llevar, aunque cada cruz sea distinta de las otras. Si alguno desea conquistar la libertad de espíritu y no sentirse continuamente atribulado, debe empezar por no espantarse de la cruz. Entonces verá cómo el Señor lo ayuda a llevarla. San Juan de la Cruz
Señor, tengo miedo. Quisiera huir ante cualquier dolor y prueba. Sobre todo, me espanta y me bloquea la soledad. Cada vez que aparece en mi vida la sombra de la cruz me cuesta seguir esperando. Me siento cansado, oh Jesús.
No obstante, deseo probar una vez más, deseo acercarme a tu corazón. Extiendo mi mano y tomo la tuya; te ofrezco la poca fuerza que tengo, la nada que soy. Sólo contigo podré yo llevar también la cruz.
6ª ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
A lo largo del camino de la cruz no está Jesús solo. Hoy como entonces están también no solo los adversarios, sino las personas que lo ayudan. Representando a cuantos lo aman y desean ayudarlo está la Verónica. Edith Stein
Señor, tengo un deseo en el corazón: ser tu amigo, caminar contigo, compartir la vida contigo. Sé que tú estás sufriendo al recorrer el camino del dolor. Veo a muchas personas alrededor. También estoy yo, te busco, me acerco todo lo que puedo. Quiero amarte; no me importa nada más. Junto a la Verónica, busco tu rostro, pues Tú eres mi Luz.
7ª ESTACIÓN: SEGUNDA CAÍDA EN EL CAMINO DE LA CRUZ
Cuando caminas en la noche oscura y en el vacío de la pobreza espiritual, piensas que te falta todo y todos -incluso Dios-. Sin embargo no te falta nada. San Juan de la Cruz
¡Me faltas, Señor! ¿Cómo puedes decirme que estás cerca de mí, que lo compartes todo conmigo? Siento la soledad, el dolor, la angustia. También tú caíste bajo el peso de un infinito sufrimiento. ¿Cómo podré encontrarte de nuevo, Pastor mío? Yo, oveja descarriada, tengo necesidad de ti. ¡Levántate, reaparece, oh buen Pastor! Entonces te seguiré por todos los días de mi vida.
8ª ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN
Oh Jesús, deja que yo llore por mí mismo, pues no soy sino un árbol seco, que sólo sirve para ser echado al fuego. Pero tú das nueva vida al árbol seco injertándolo en el árbol de la cruz. Bto. Tito Brandsma
Tú, Señor, eres mi Fuego. Como árbol pobre y sin vida, sólo deseo echarme en tus brazos. Recíbeme, te lo ruego. No importa que esto signifique que habré de abrazarme a la cruz de tu dolor. Solo contigo puedo ser nuevamente feliz. Nuestras lágrimas se unirán en un canto de alegría.
9ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
Aunque caigas cien veces, levántate cada vez con mayor presteza, demostrando así tu amor por Él. Teresa de Lisieux
Señor, me avergüenzo de mí mismo; caigo y vuelvo a caer, me pierdo, me alejo, me encierro. Cuando estoy así, en el suelo y sin fuerzas, entiendo que lo único que hay que hacer, el único paso a dar, es volver a entrar en mí mismo, como el hijo pródigo de la parábola, y allí, en el fondo del alma, redescubrir tu amor hacia mí. Asido a él podré resurgir, empujado sólo por una infinita confianza en tu ternura de Amigo, oh Salvador mío.
10ª ESTACIÓN: JESÚS DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
El alma despojada de sí misma y revestida de Jesucristo no ha de temer nada del mundo exterior. Por eso, yo renuncio cada día a mí misma, a fin de que Cristo pueda crecer en mí. Bta. Isabel de la Trinidad
Señor, muchas veces me he sentido despojado de lo que yo consideraba valioso, indispensable para vivir. Muchas experiencias en el mundo me ayudaron a entender que al final nada permanece, sino solamente su presencia, tu amor fiel. Entonces pensé abandonar muchas cosas inútiles, incluso muchas compañías que no me conducían a ti. Poco a poco me he despojado y me he revestido del vestido más hermoso que eres Tú, oh Jesús.
11ª ESTACIÓN: JESÚS CLAVADO EN LA CRUZ
Decidí permanecer en espíritu a los pies de la cruz para recibir allí el rocío divino, la sangre que caía a tierra, sin que nadie se apresurase a recogerla. Entonces comprendí que debía abocarla sobre las almas. Sta. Teresa de Lisieux
Señor, he llegado por tu gracia hasta aquí, hasta los pies de tu cruz. Te contemplo clavado en el madero, clavado sobre todo al dolor, al amor, a la voluntad de salvarnos. Cada gota de tu sangre que cae es una promesa de vida nueva para cada uno de nosotros, tus hijos, esparcidos por todo el mundo, a lo largo de la pobre historia del hombre. Como hermano y amigo tuyo, oh Jesús, deseo aprender cada día a recoger las gotas preciosas de tu palabra para nosotros, de tu infinito amor a nosotros, y quiero entregarlo después a cuantos encuentre en mi camino, sin guardarlo para mí.
12ª ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
La muerte no puede resultar amarga para el alma que ama, ya que en ella encuentra toda la dulzura y el deleite del amor. El alma goza de la muerte como si estuviese pensando en su noviazgo o en su matrimonio, por eso anhela el día y la hora de su muerte. San Juan de la Cruz
Señor, tu muerte es una gran escuela para mí; en ella puedo aprender a amar, a vivir de verdad; en ella puedo encontrar sentido a mi vida. Ante ti Crucificado descubro que el amor y el dolor son una misma cosa y que por eso la muerte ha sido anulada y ya jamás podrá triunfar. Junto a ti, la muerte, toda pequeña muerte, se convierte en dulce experiencia de vida, porque ahora yo sé que en el dolor puedo encontrar el amor. Gracias, Señor Jesús.
13ª ESTACIÓN: JESÚS EN BRAZOS DE SU MADRE
Siguiendo tus caminos no podrás llegar a donde deseas, ni siquiera a través de la más alta contemplación, sino sólo a través de una humildad grande y de una total disponibilidad del corazón. Sta. Teresa de Lisieux
Señor, yo sé que no tengo nada grande, aparente e importante que ofrecerte. No tengo nada, sólo mi corazón. Después de este largo camino siguiendo tus huellas en la prueba y el dolor de la cruz, sólo deseo entregarte mi corazón, mi amor, mi vida. Me abandono a tu abrazo sabiendo que tú me acoges tal como soy.
14ª ESTACIÓN: EL CADÁVER DE JESÚS PUESTO EN EL SEPULCRO
El alma ha de vaciarse de todo lo que no es Dios, a fin de poder ir hacia Dios… Por amor de Cristo debe desear entrar en una completa desnudez y pobreza respecto a todo. San Juan de la Cruz
Señor, el último paso es un descendimiento profundo, es entrar en la oscuridad de la tumba. Al llegar a la cima, yo esperaba ver una luz más clara, recibir los benéficos rayos del sol. Sin embargo, aún no es el tiempo. Decido permanecer aún contigo, bajar yo también hasta la soledad tenebrosa de la tumba, de la oscuridad. No tengo miedo, pues creo que tu amor es más fuerte; yo sé que tú resucitarás y también a mí me harás vivir.